La música es un elemento fundamental para el
desarrollo emocional y artístico del ser humano. Aunque de forma secundaria
active destrezas; en sí misma, la música tiene su propia finalidad estética y
artística: de escucha, interiorización, interpretación, creación, recreación,
etc.
Nos ayuda a empatizar y a sentirnos cobijados y
comprendidos en ciertos momentos, influye en nuestro estado de ánimo e incluso
actúa como factor socializador (ej.: tribus urbanas) y como activador de
recuerdos.
Además, como ocurre con muchas otras artes, escuchamos en una misma canción o melodía cosas distintas según qué sintamos y quiénes seamos; la canción es la misma, pero nosotros vamos cambiando.
La música debe de ser educada, al
igual que lo son las lenguas o las matemáticas ya que todos poseemos capacidad
de entenderla y de aprender musicalmente, aunque no vayamos a ser músicos. De
la misma manera que se enseña a todos los niños a escribir aunque no vayan a
ser escritores.
La música es importante en la infancia ya que ayuda
a crear un pensamiento divergente, y la exposición al sentido estético y
artístico es beneficiosa para los niños ya que ayuda a comprender mejor el
mundo y a comprenderse a sí mismos, desarrollando su personalidad.
Aumenta la creatividad y la inteligencia emocional, además de otras muchas destrezas cognitivas. Sirve también para motivar al niño a adquirir rutinas y hábitos ya que en la primera infancia podemos hacerla servir como referente espacio-temporal para que asocien canciones con momentos del día o actividades a realizar.
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